Evgeny Morozov desmitifica la “tecnoutopía”

A propósito de su nuevo libro, El País entrevistó al intelectual bielorruso Evgeny Morozov. En un momento de su vida, Morozov le tuvo fe a las tecnologías y las redes, porque creyó que se podían abolir muchas barreras y democratizar los espacios. Pero se empezó a decepcionar en el año 2005, ya que se dio cuenta que la tecnología podía ser usadas por Gobiernos para vigilar comportamientos, hacerse propaganda a sí mismos, e incluso manipular información. Es por ello que escribe El desengaño de Internet en 2012: el intelectual ya no cree que las redes van a poder efectuar un cambio político. En 2015 el libro La locura del solucionismo tecnológico continúa con este escepticismo. En Intemperie rescatamos los puntos más importantes de esta conversación.

Los smartphones no son el problema

Smartphones no son el problema

Morozov compara la humanidad que depende de las redes con los perros de Pavlov. A los usuarios se les promete algo: mientras más clics y más me gusta, mejor para mi empresa y mi persona. Es por ello que acudimos de forma instantánea a los celulares, sin que necesariamente se satisfagan nuestras necesidades.

Por esta misma razón, no podemos ver que el problema no son los teléfonos, como el negocio que hay detrás. Las empresas manufacturan algo que a primera instancia parece estar saciando una necesidad, pero termina siendo una adicción. La adicción por la distracción. Es lo mismo que la comida rápida y los casinos: siempre nos han moldeado para ser adictos a algo, si no fueran los teléfonos ‘inteligentes’, sería otra cosa.

Es así como se juegan con las necesidades. Nuestras capacidades afectivas disminuyen con las redes sociales, y por eso llegó Tinder, para ayudarnos con eso: “Silicon Valley crea problemas con una mano que intenta solucionar con la otra vendiéndonos nuevos productos”, acusa Morozov.

Todo sea por los datos

Los datos

En vez de ser compartidos, los datos son una nueva adquisición, ya que a partir de ellos surgen nuevos modelos de negocio. Todos los datos que generamos alimentan a Google, Facebook o cualquier otra red. “Google quiere ser el nuevo Estado del bienestar. Quieren reunir tantos datos como puedan. Y, proactivamente, quieren que estés más sano; proactivamente, quieren que aprendas cosas que no habrías aprendido de ningún otro modo; generan tiempo libre para ti y solo tendrás acceso a él si usas su sistema. En ese sentido, se convierten en el vehículo a través del cual se genera un tipo de movilidad social o de avance.”

Morozov indica que, con estos datos, la red hace de ‘cerebro’; predice cosas, da ideas. Es un asistente virtual que te recuerda los cumpleaños de tus amigos más cercanos con anticipación, te acuerda de hacer el check-in si te toca viajar, etc.

¿Podría ser de otra forma?

Opinión de Evgeny Morozov

Evgeny Morozov dice que los datos podrían usarse de mejor manera. Ha pensado, por ejemplo, en un sistema donde cada uno capture sus propios datos, cobrando por el acceso a ellos. De ese modo, uno se convierte en el ‘empresario de sí mismo’.

Los datos no significan nada si no pueden ser estudiados; por eso se comercializan. Por eso Morozov cree que deberían ser propiedad de cada uno, y que sea nuestra decisión si los cedemos a alguien o no.

O también se podría idear un efectivo transporte público si nos facilitaran la combinación de datos que indican dónde está la gente, adónde pretende ir, y cuáles son las rutas más típicas. Así, los datos servirían a una comunidad, y no a una empresa.

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